El fortalecimiento del consumo interno se ha convertido en una variable estratégica para economías como la mexicana. En este contexto, comprar en mercados locales no es una práctica menor: representa una herramienta clave para dinamizar la actividad económica en sectores históricamente subvalorados. Los microemprendimientos, particularmente del sector agroalimentario, concentran una parte significativa del empleo informal, pero también ofrecen oportunidades escalables si se integran a cadenas de valor formales.
La resiliencia de los pequeños productores frente a choques macroeconómicos ha quedado demostrada. Datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) indican que, en 2024, el 55% de los alimentos frescos consumidos en zonas urbanas provinieron de circuitos cortos de comercialización.
El impacto económico de comprar en mercados locales
La integración de mercados locales en estrategias de desarrollo regional permite reducir vulnerabilidades estructurales. También fortalece el tejido económico territorial. Este tipo de consumo activa flujos de liquidez que no dependen de grandes plataformas de distribución y que evitan la concentración de beneficios. El Banco de México ha señalado que, durante el segundo trimestre de 2025, las zonas con mayor densidad de comercio local reportaron una recuperación del empleo 1.6 veces más rápida que aquellas donde predomina el comercio de gran escala.
De igual manera, el fortalecimiento de los mercados locales favorece la formalización de pequeños negocios, sobre todo cuando se combinan con políticas de acceso al crédito o digitalización de pagos. Este modelo, ya impulsado por diversos gobiernos subnacionales, contribuye a crear economías mixtas más robustas frente a volatilidades externas.
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