En la última década, la dinámica del campo mexicano ha comenzado a redefinirse. Ya no se trata solo de producción agrícola, sino de un ecosistema que exige profesionalización, innovación técnica y un enfoque económico orientado a la productividad sostenible. Este giro ha generado nuevas oportunidades de inversión directa en el sector agroindustrial, con la agronomía al centro de esta transformación.
Actualmente, México cuenta con más de 280 instituciones que imparten carreras relacionadas con las ciencias agronómicas. Esta infraestructura educativa permite preparar talento especializado que responde a las demandas de un mercado agrícola cada vez más tecnificado. De igual forma, abre camino a proyectos de inversión enfocados en mejorar cadenas de valor, automatizar procesos de cultivo y fortalecer la seguridad alimentaria del país.
Agronomía como plataforma para el desarrollo económico
Además, la presencia de 35 centros de investigación y una creciente red de transferencia tecnológica están posicionando a la agronomía como una disciplina clave para atraer capital nacional y extranjero. El avance en genética vegetal, manejo del agua y uso de inteligencia artificial aplicada al agro refuerza el atractivo de este sector dentro de la economía mexicana.
Por otro lado, la expansión de las zonas agrícolas tecnificadas principalmente en estados como Jalisco, Guanajuato y Sinaloa ha propiciado el surgimiento de clústeres agroindustriales. Estos polos no solo dinamizan las economías locales, sino que también elevan la competitividad del país en exportaciones agroalimentarias, cuyo crecimiento interanual superó el 6% en agosto de 2025, según datos de la Secretaría de Agricultura.












