Los grandes gestores internacionales están reordenando su exposición a economías emergentes ante un escenario de menor presión monetaria global. En ese ajuste, Brasil, India y México se consolidan como un tridente estratégico por su combinación de tamaño económico, profundidad financiera y oportunidades de rentabilidad en distintos frentes de mercado.
El atractivo de estos países no responde a una narrativa coyuntural. Brasil destaca por los elevados rendimientos de su deuda en moneda local y una política monetaria que ya incorpora parte del ajuste restrictivo. México muestra un perfil atractivo ante la expectativa de recortes de tasas, lo que favorece a los bonos soberanos y corporativos en pesos. India, por su parte, concentra la atención en el mercado accionario gracias a su dinamismo económico y a un crecimiento sostenido del consumo interno.
Brasil, India y México como eje emergente
Este enfoque permite a los inversionistas diversificar riesgos dentro del propio universo emergente. Brasil ofrece valor en renta fija local, India actúa como motor de crecimiento bursátil y México combina estabilidad macroeconómica con ventajas estructurales ligadas a su integración comercial. Esta complementariedad convierte al bloque en una alternativa atractiva frente a otros mercados emergentes con mayor volatilidad política o financiera.
Además, el contexto global refuerza esta narrativa. La estabilización de las tasas de interés en economías desarrolladas mejora el diferencial de rendimiento de la deuda emergente. En consecuencia, el capital vuelve a buscar países con fundamentos sólidos, inflación más controlada y bancos centrales creíbles, características presentes en este trío.
El peso conjunto de Brasil, India y México dentro de los portafolios emergentes aumenta de forma progresiva. En el actual entorno, estos mercados concentran una de las relaciones riesgo-beneficio más competitivas dentro del segmento, tanto en deuda local como en renta variable.
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