La inversión activa está recobrando protagonismo en México frente a un entorno financiero marcado por tasas volátiles, inflación persistente y riesgos geopolíticos. Los gestores especializados buscan ventajas tácticas en activos específicos, aprovechando las oportunidades que no siempre captura la inversión pasiva.
A diferencia de estrategias indexadas que replican el comportamiento de mercados amplios, la inversión activa se apoya en análisis detallado, visión macroeconómica y ajuste continuo del portafolio. En un contexto como el actual, donde la Bolsa Mexicana de Valores ha enfrentado oscilaciones en sectores clave y la apreciación del peso frente al dólar modifica rendimientos relativos, esta metodología se vuelve cada vez más relevante.
Rendimiento real en tiempos inciertos
Firmas como SURA Investment Management han señalado que los ciclos de mercado actuales permiten capturar alfa con instrumentos como fondos estructurados, deuda privada o equity temático. En este sentido, el monitoreo constante del panorama global y regional es indispensable para adaptarse a eventos exógenos y cambios regulatorios.
También destacan las ventanas de oportunidad en sectores como energía, tecnología financiera y salud, impulsados por transformaciones estructurales. La inversión activa no solo busca rentabilidad, sino también resiliencia y diversificación ante entornos impredecibles.
Este enfoque requiere perfiles de inversión más informados, con metas claras de riesgo-retorno. Por ello, instituciones han reforzado sus áreas de research y tecnología para optimizar decisiones mediante modelos de riesgo y análisis cuantitativo.












