El discurso ambiental en la Ciudad de México se ha convertido en una herramienta de marketing institucional. Durante el evento México por el Clima 2025, el gobierno capitalino y varias corporaciones internacionales presentaron iniciativas de sostenibilidad que, más que transformadoras, fueron percibidas como estrategias de imagen para suavizar los efectos de una crisis urbana marcada por basura, inundaciones y contaminación.
Empresas como Uber y Nestlé participaron en los foros principales pese a sus antecedentes ambientales cuestionados. Mientras se discutía la reducción de emisiones, la ciudad enfrentaba niveles históricos de residuos y deficiencias en su infraestructura hídrica. La desconexión entre la narrativa verde y la gestión pública real reflejó una tendencia creciente en las grandes urbes: usar la sostenibilidad como un sello reputacional más que como una política de fondo.
Economía verde o marketing institucional
La llamada economía verde fue el eje central de los discursos oficiales, donde se destacaron supuestos avances en movilidad eléctrica, reciclaje y eficiencia energética. Sin embargo, analistas ambientales y organizaciones locales señalaron la falta de transparencia en los programas y el escaso seguimiento de sus resultados.
Por otro lado, la capital mexicana mostró interés en atraer capital privado para proyectos de mitigación climática, un modelo que podría beneficiar a inversionistas más que a las comunidades afectadas. Asimismo, los costos de los eventos y su orientación comunicacional dejaron entrever una prioridad más estética que estructural.
Los reportes financieros revelaron que buena parte del financiamiento provino de patrocinios corporativos, lo que refuerza el debate sobre la autenticidad del compromiso ambiental y la necesidad de políticas que trasciendan la promoción mediática.