El ascenso de Aston Martin en la Fórmula 1 ha sido tan veloz como su puesta en marcha financiera. Desde su adquisición por Lawrence Stroll, el equipo británico ha recibido inversiones superiores a los 300 millones de dólares, dirigidas a infraestructura, tecnología y talento humano. En el Reino Unido, donde se ubica la nueva fábrica de la escudería en Silverstone, la expectativa se centra en el retorno competitivo de esa inversión estratégica.
Durante 2023, Aston Martin vivió un repunte con Fernando Alonso al volante, sumando varios podios y consolidando su imagen como contendiente. Sin embargo, en 2024 la escudería experimentó una regresión que encendió señales de alerta.
Inversión bajo presión
La palabra clave es competitividad. El modelo Stroll, basado en inversión intensiva y contratación de talento experimentado como Dan Fallows y Eric Blandin, se construyó sobre una lógica corporativa de retorno a mediano plazo. Sin embargo, el calendario de resultados se acorta. En 2025, la asociación técnica con Honda y el desarrollo de un nuevo monoplaza representan no solo una oportunidad, sino una obligación estratégica.
La marca japonesa, próxima proveedora de unidades de potencia, espera alinear su reputación con un equipo capaz de pelear consistentemente por victorias. En consecuencia, Aston Martin deberá resolver sus limitaciones estructurales actuales y presentar un producto competitivo desde la primera carrera del año próximo.
La Fórmula 1 ya no es solo un deporte: es una plataforma global de exposición para empresas cotizadas, donde el desempeño deportivo tiene traducción directa en métricas financieras.
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