Los últimos años han puesto a prueba la resistencia de los mercados emergentes.
La crisis económica generó la mayor caída del PIB mundial en décadas. A eso siguió el ciclo de subidas más rápido en años de la Reserva Federal estadounidense (Fed). También el endurecimiento cuantitativo en la mayoría de las economías desarrolladas.
Otro factor adverso ha sido la persistente ralentización del crecimiento económico en China.
Los mercados emergentes han demostrado ser resistentes frente a estas adversidades. La solidez ha sido más evidente en los mercados de renta fija emergentes, con unos diferenciales soberanos con grado de inversión (Investment Grade o IG) que han demostrado estabilidad en los últimos años, y unos diferenciales con calificación BB que han registrado un saludable repunte.
Muchas divisas representadas en el índice J.P. Morgan GBI-EM (Government Bond Index-Emerging Markets) han registrado rentabilidades positivas desde que la Reserva Federal empezara a subir los tipos de interés a principios de 2022.
Diversos factores han contribuido a este resultado:
La formulación de políticas monetarias en los mercados emergentes ha madurado. En las últimas dos o tres décadas, muchos han evolucionado hacia monedas flexibles y objetivos de inflación.
Los desajustes monetarios en los balances de los sectores público y privado han disminuido.
Esto, combinado con una mayor credibilidad de los objetivos de inflación, significa que las divisas son ahora mecanismos de ajuste eficaces para ayudar a absorber los choques en lugar de amplificarlos.
La mejora de la formulación de este tipo de políticas ha permitido a muchos mercados emergentes desarrollar mercados locales amplios y líquidos para ayudar a financiar a los gobiernos.
La dependencia de fuentes externas de financiación es mucho menor que en el pasado.