Una decisión política ha revitalizado con fuerza al mercado de metales preciosos. El anuncio del expresidente estadounidense Donald Trump sobre la imposición de nuevos aranceles del 60% a productos chinos generó un aumento inmediato en la demanda de activos de refugio. Entre ellos, el oro destacó con un incremento de 50% en su precio, beneficiando directamente a los inversionistas posicionados en este metal.
Durante las primeras semanas de octubre, el oro superó la barrera de los 2,400 dólares por onza, marcando un máximo no visto en más de un año. Esta tendencia responde a la creciente aversión al riesgo provocada por la incertidumbre comercial y la potencial disrupción en cadenas de suministro globales. Los fondos de inversión especializados en commodities han reportado salidas de capitales en sectores cíclicos y entradas agresivas en activos considerados seguros, con el oro a la cabeza.
Fondos y bancos centrales impulsan la demanda de oro
El impacto no es solo financiero, también tiene implicaciones estructurales. La Reserva Federal mantiene una política monetaria restrictiva, mientras que el dólar muestra señales de debilidad relativa. Este entorno ha reforzado aún más la percepción del oro como escudo ante volatilidades externas. Además, bancos centrales de países emergentes han intensificado sus compras del metal, consolidando su valor como reserva estratégica.
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Oro y derivados muestran repunte técnico en los mercados
El repunte también impactó en el mercado de derivados, donde los contratos futuros del oro experimentaron un aumento de volumen del 37% en la última semana, de acuerdo con datos de la Commodity Futures Trading Commission (CFTC).
