La creciente dependencia de México del mercado internacional para abastecer su demanda de granos alcanzó un nuevo punto crítico. De acuerdo con el Grupo Consultor de Mercados Agrícolas (GCMA), entre enero y noviembre de 2025 el país importó 39.8 millones de toneladas de granos y oleaginosas, cifra que representa un máximo histórico y un incremento de 7.7% respecto al mismo periodo de 2024.
Este comportamiento responde a una combinación de factores estructurales: el crecimiento de la demanda interna, la debilidad de la producción nacional y un entorno de precios internacionales relativamente estables. Además, el maíz producto estratégico tanto para consumo humano como pecuario encabezó las compras externas con 18.9 millones de toneladas, 5.1% más que el año anterior.
Impacto en la balanza comercial y precios internos
El valor de las importaciones ascendió a 14,106 millones de dólares, lo que representa una baja de 7.5% interanual en términos monetarios. Esta reducción obedece principalmente a menores precios internacionales, más que a una eficiencia en los volúmenes comprados. En contraste, las exportaciones agrícolas sumaron apenas 5.6 millones de toneladas, lo que amplió el déficit de la balanza comercial agroalimentaria en este rubro.
Por otro lado, la fuerte dependencia del maíz amarillo importado presiona la estructura de costos en sectores clave como el pecuario y el de alimentos procesados. De igual manera, la caída en la producción nacional de trigo cristalino cuya importación creció 34.5% sugiere una falta de estímulos eficientes para la recuperación de cultivos estratégicos.
Mientras tanto, los granos forrajeros representaron 86.4% del volumen total importado, lo que refuerza el desequilibrio entre consumo industrial y autosuficiencia.
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