Una economía sostenible requiere una base tributaria sólida, transparente y equitativa. Sin embargo, el debate tributario en Chile continúa polarizado entre percepciones ideológicas y cifras inexactas. Pocos temas exponen con tanta nitidez la desigualdad estructural como la carga tributaria y su distribución. Aunque el país ha modernizado su sistema fiscal desde los años noventa, persisten distorsiones que afectan directamente a la recaudación y al pacto social.
Un análisis detallado de la carga impositiva revela que los hogares más vulnerables destinan una proporción significativa de sus ingresos a impuestos indirectos, especialmente el IVA, que representa el 40% del total recaudado. Esto convierte a este segmento en uno de los principales contribuyentes en términos relativos, pese a contar con menor capacidad económica.
Desigualdad tributaria: una barrera para el desarrollo
La arquitectura actual perpetúa un sesgo regresivo. Mientras el impuesto al consumo grava por igual a todos los ciudadanos, los impuestos al capital o patrimonio son bajos y presentan múltiples exenciones. Esta asimetría impide que el sistema fiscal cumpla su rol redistributivo.
En consecuencia, avanzar hacia una estructura tributaria más justa requiere revisar no solo tasas, sino también la base gravable y los incentivos existentes. El país no solo necesita más recaudación, sino una que sea más eficiente, progresiva y percibida como legítima por la ciudadanía.
A agosto de 2025, el 86% de los ingresos fiscales de Chile provienen de impuestos indirectos, un indicador que subraya la urgencia de reformular la estructura impositiva.
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