Los mercados emergentes se están consolidando como plataforma decisiva para la descarbonización ante su acelerado crecimiento poblacional, expansión de infraestructura y dinamismo económico. Estas economías concentran cerca de una cuarta parte del producto interno bruto mundial, pero reciben apenas un 14 % de los flujos de financiación climática internacional, lo que amplía la brecha entre su potencial y el acceso a capital sostenible.
El principal desafío no radica solo en adoptar tecnologías limpias globales, sino en diseñar soluciones adaptadas al contexto local. Modelos de eficiencia de costos están reemplazando generadores diésel por sistemas solares en África y esquemas de baterías como servicio en la India, transformando la estructura energética con un enfoque pragmático y accesible.
Adaptar el modelo de descarbonización al contexto
En América Latina, África y el sudeste asiático, la competitividad de energías renovables frente a combustibles fósiles ya es una realidad tangible. En algunos países del bloque ASEAN, la electricidad generada por energía solar resulta más económica que la proveniente del carbón o el gas.
La descarbonización, entendida como transición energética, adquiere así una lógica económica cada vez más sólida. Del mismo modo, los proyectos exitosos integran variables locales como importaciones de combustible, redes eléctricas débiles o falta de infraestructura heredada.
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Desde la perspectiva financiera, estos mercados presentan márgenes más amplios y ciclos de adopción más rápidos que los países desarrollados. Invertir únicamente en economías de altos ingresos puede implicar renunciar a oportunidades estructurales en regiones en desarrollo.
Implicaciones para la financiación y el crecimiento sostenible
La brecha de financiación se mantiene significativa. Las economías emergentes requieren entre 450 000 y 550 000 millones de dólares anuales en inversión externa durante la próxima década para mantener una trayectoria hacia las cero emisiones netas. En consecuencia, la política pública, la regulación y los mecanismos de riesgo compartido son cada vez más determinantes para atraer capital privado.
El éxito dependerá de convertir la descarbonización en un motor de crecimiento que fomente modelos de negocio escalables y adaptados al entorno. Ignorar este segmento significaría quedar rezagado en el nuevo ciclo de inversión verde. Un dato ilustra la magnitud del cambio: en la India, los vehículos de dos y tres ruedas representan más del 80 % de las ventas locales, lo que abre un nicho de alto impacto para la movilidad eléctrica en contextos urbanos densos.












