Asia mantiene su papel central en el crecimiento de los mercados emergentes durante 2025, con un ritmo sostenido de expansión impulsado por la innovación tecnológica, la transición energética y el fortalecimiento de la demanda interna. Aunque persisten riesgos geopolíticos y presiones externas, la región continúa atrayendo capital internacional gracias a su diversificación productiva y a las reformas orientadas a la inversión.
China, con un PIB estimado en 18.74 billones de dólares al cierre de 2024, se mantiene como un centro de innovación pese a los signos de desaceleración. Las políticas de estímulo dirigidas a sectores estratégicos como la tecnología digital y la energía verde refuerzan su papel estructural en la economía global. India, por su parte, continúa avanzando con una tasa proyectada de crecimiento del 6.2%, respaldada por una población joven, urbanización acelerada y un entorno de reformas que fortalecen su mercado interno.
Asia como destino prioritario de capital
El sudeste asiático emerge como un bloque de creciente relevancia, con economías como Indonesia, Vietnam y Filipinas mostrando un dinamismo sostenido cercano al 4.3%. Estos países capitalizan su bono demográfico, la expansión de clases medias y la integración en cadenas regionales de suministro. En conjunto, el crecimiento promedio de la región se ubica entre 4% y 6%, según estimaciones recientes del Fondo Monetario Internacional, con proyecciones de continuidad a mediano plazo.
La competencia por atraer inversión extranjera directa se ha intensificado. Países como Vietnam implementan programas de residencia de largo plazo, mientras otros fortalecen incentivos fiscales, zonas económicas especiales y marcos regulatorios más predecibles. Esta apertura se orienta hacia industrias de alto valor agregado —tecnología, servicios financieros y manufactura limpia— que buscan consolidar la posición asiática como epicentro de innovación y producción global.
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Por otro lado, los inversionistas priorizan estrategias activas y diversificadas que incluyan exposición a los principales polos de crecimiento. La combinación de tamaño de mercado, potencial demográfico y orientación a la innovación confiere a economías como China, India y Vietnam ventajas estructurales de largo plazo frente a otras regiones emergentes.
A pesar de las tensiones comerciales y las disrupciones en las cadenas de suministro, Asia reafirma su papel como núcleo del desarrollo económico emergente. La región concentra más del 60% del crecimiento proyectado para las economías en desarrollo, lo que la consolida como el punto de referencia para los flujos de inversión global.










