El Black Friday se ha consolidado como uno de los mayores eventos de consumo a escala internacional, con especial peso en Estados Unidos y una adopción creciente en Europa y América Latina. Cada noviembre, este día marca el arranque no oficial de la temporada alta de compras, tanto en tiendas físicas como en plataformas digitales, con impactos directos en ventas, empleo temporal y logística comercial.
El origen del término, sin embargo, no está vinculado al consumo masivo. La primera referencia documentada se remonta a Estados Unidos en 1869, cuando una maniobra especulativa sobre el mercado del oro provocó una fuerte caída financiera tras la intervención del gobierno federal. Aquella jornada dejó importantes pérdidas económicas y quedó registrada como un episodio negativo en la historia bursátil del país.
Con el paso de las décadas, el significado cambió. A mediados del siglo XX, policías de Filadelfia comenzaron a utilizar el término Black Friday para describir el caos vial y comercial generado el día posterior a Acción de Gracias, cuando miles de personas acudían a iniciar sus compras navideñas. Los comerciantes resignificaron el concepto y lo asociaron con el paso de números rojos a números positivos en sus balances.
El Black Friday como motor del consumo global
En noviembre actual, el Black Friday dejó de ser un evento estrictamente estadounidense. Grandes cadenas minoristas y plataformas de comercio electrónico lo convirtieron en una campaña internacional que, en muchos casos, se extiende durante varios días. Empresas de tecnología como Amazon, Apple y Samsung, así como grandes marcas de moda y electrodomésticos, participan activamente con descuentos estratégicos para anticipar el gasto de fin de año.
El fenómeno también modificó hábitos de consumo. Además, impulsó compras planificadas, aumentó la comparación de precios y reforzó el papel del comercio digital.
En Estados Unidos, el Black Friday continúa siendo un termómetro clave del consumo interno. En años recientes, el gasto total asociado al evento alcanzó cifras récord, confirmando su relevancia económica más allá del simbolismo comercial.
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