El ritmo de inversión en energías renovables ha acelerado en los mercados emergentes tras la firma del Acuerdo de París. Esta transformación se refleja no solo en la ampliación de capacidades de generación limpia, sino también en la reconfiguración del panorama financiero global. América Latina, África y Asia han captado capital privado e institucional como nunca antes, apuntalando proyectos solares y eólicos que, en muchos casos, resultan ya más competitivos que sus equivalentes fósiles.
Repunte estructural en el financiamiento sostenible
Desde 2015, la inversión acumulada en energías renovables en economías emergentes ha alcanzado los 495.000 millones de dólares. Esta cifra, difundida en agosto de 2025, representa un crecimiento cercano al triple respecto a los niveles previos al acuerdo climático. India, Brasil, Chile y Sudáfrica concentran una parte sustancial de esta alza, impulsados por políticas de incentivos fiscales, subastas eléctricas y mejora en el acceso a financiamiento verde.
Además, el apetito de los mercados por bonos verdes y mecanismos como los contratos por diferencia ha creado una base más sólida para el desarrollo de infraestructura energética sostenible. El coste decreciente de tecnologías fotovoltaicas y turbinas eólicas ha contribuido a acelerar estos procesos.
El giro hacia fuentes limpias no solo responde a criterios medioambientales. En un contexto de volatilidad en los precios de combustibles fósiles y tensiones geopolíticas persistentes, las energías renovables ofrecen una alternativa estratégica para garantizar estabilidad energética.












