La reciente desaparición de la Dirección General de Asuntos Internacionales (DGAI) en la Secretaría de Cultura ha provocado fuertes señalamientos de diversos analistas y expertos, entre ellos, la figura de Pablo Raphael, escritor y politólogo especializado en diplomacia cultural.
En su reciente columna “Amputarse una mano y dar la espalda al mundo”, publicada el 1 de agosto en Milenio, Pablo Raphael advirtió sobre las consecuencias que esta medida tiene para la política cultural internacional de México.
Con base en su experiencia como ex director General de Promoción y Festivales Culturales, Pablo Raphael señaló que la Dirección General de Asuntos Internacionales era un pilar estratégico para diseñar y ejecutar la política cultural exterior de México, con facultades legales para firmar convenios con más de 85 países y coordinar proyectos con organismos multilaterales como la UNESCO y el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD).
En un comunicado oficial, la Secretaría de Cultura aclaró que las funciones de cooperación internacional no desaparecen, sino que se “eficientan” y se integran a la Dirección de Cooperación Internacional, dependiente de la Dirección General de Vinculación Cultural. Además, afirmó que la colaboración con la Dirección Ejecutiva de Diplomacia Cultural y Turística de la Secretaría de Relaciones Exteriores (SRE) fortalecerá la política cultural hacia el exterior.
Sin embargo, Pablo Raphael y otros expertos en políticas culturales cuestionan esta estrategia, pues aseguran que, “ceder funciones a la Secretaría de Relaciones Exteriores es como desaparecer el área internacional de Pemex y dejarla en manos de la cancillería”, señaló Pablo Raphael, enfatizando que la Secretaría de Cultura debe mantener autonomía y recursos propios para cumplir con su mandato.
Además, la Dirección Ejecutiva de Diplomacia Cultural en la SRE enfrenta limitaciones presupuestales y de autonomía, lo que pone en duda su capacidad para sustituir las funciones de la DGAI.
Asimismo, esta reestructura ocurre en la antesala de Mondiacult 2025, la Conferencia Mundial sobre Políticas Culturales que se celebrará en septiembre en Barcelona. México, que fue anfitrión del encuentro en 2022, está llamado a tener un papel protagónico en la discusión global sobre cultura y desarrollo sostenible. Sin embargo, la eliminación de una estructura especializada en diplomacia cultural podría debilitar su participación y representación en un foro donde el país se comprometió a posicionar la cultura como eje transversal de la agenda internacional.
México mantiene actualmente convenios de cooperación cultural con más de ochenta y cinco países y participa de manera activa en catorce programas del Espacio Cultural Iberoamericano, entre ellos Ibermedia, Iberescena e Ibercultura Viva, considerados plataformas estratégicas para el intercambio regional.
La UNESCO ha subrayado que la diplomacia cultural es una herramienta clave para fomentar el diálogo intercultural y el desarrollo sostenible, por lo que la supresión de una instancia especializada podría limitar la capacidad del Estado mexicano para cumplir con esos objetivos. A ello se suma que la Secretaría de Relaciones Exteriores opera con presupuesto y personal limitados, lo cual compromete su margen de acción para asumir las funciones que anteriormente desempeñaba la Dirección General de Asuntos Internacionales.
Mientras la Secretaría de Cultura prioriza ahora el apoyo directo a creadores y circuitos culturales nacionales, Pablo Raphael apercibe que la política cultural exterior no puede quedar relegada sin poner en riesgo la proyección internacional y el desarrollo cultural sostenible de México.
“Eliminar esta área es un retroceso en un momento crucial para la cultura global”, afirmó Pablo Raphael. “Amputar la mano internacional puede dejar a México fuera del mapa en la conversación cultural global”.