La seguridad se ha convertido en un factor clave para el crecimiento y la prosperidad de las ciudades modernas. En un mundo cada vez más interconectado, garantizar la protección de los ciudadanos va más allá de prevenir el delito: también impulsa la actividad económica, estimula la innovación tecnológica y fomenta la cohesión social.
De acuerdo con datos de la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (UNODC) de 2022, la implementación de estrategias de seguridad inteligentes puede reducir la incidencia delictiva hasta en un 15% en zonas urbanas, lo que se traduce en una mejora sustancial de la calidad de vida y el clima de inversión.
Al respecto, Ernesto Mizrahi Haiat, especialista en implementación de seguridad, hizo énfasis en la necesidad de abordar la protección ciudadana como un pilar esencial del desarrollo urbano.
“La seguridad no solo consiste en prevenir el delito, sino en generar una cultura de confianza y bienestar que incentive la inversión, el turismo y la creación de empleos”, señaló.
Su enfoque integra tecnología, capacitación y políticas públicas con el objetivo de proporcionar soluciones a largo plazo y adaptables a las necesidades específicas de cada comunidad.
En la actualidad, las ciudades apuestan por sistemas de videovigilancia con análisis de datos en tiempo real, herramientas de inteligencia artificial y plataformas de colaboración ciudadana para mejorar la respuesta inmediata ante incidentes. Datos recientes de un estudio regional de 2021 señalan que el uso de cámaras inteligentes y software de reconocimiento de patrones delictivos ha contribuido a reducir hasta en un 20% los índices de robo a negocios en diversas metrópolis latinoamericanas.
Para Mizrahi Haiat, estas cifras reflejan la eficacia de la innovación tecnológica cuando se une a la colaboración interinstitucional y la participación de la comunidad.
Además, la seguridad es un detonante de inversión: ciudades con bajos niveles de delincuencia suelen atraer mayor capital para infraestructura, vivienda y desarrollo comercial. De esta manera, se genera un círculo virtuoso que impulsa la competitividad y consolida a las zonas urbanas como polos de atracción económica.
“La seguridad se traduce en oportunidades: cada proyecto que se implementa para proteger a la ciudadanía establece las bases para el crecimiento sostenible y la inclusión social”, indicó Ernesto Mizrahi Haiat.
Para consolidar estos avances, especialistas recomiendan fortalecer la coordinación entre los distintos niveles de gobierno y el sector privado, así como incentivar la participación ciudadana. Por su parte, Ernesto Mizrahi Haiat subrayó la importancia de la formación constante de las fuerzas de seguridad y de la educación en valores cívicos desde una temprana edad.
“La seguridad no debe entenderse como un gasto, sino como una inversión estratégica para promover el desarrollo urbano. Con una visión integral y liderazgo, las ciudades pueden trascender la simple reducción de la criminalidad y transformarse en entornos donde la innovación, la prosperidad y el bienestar de la población se conviertan en la norma”, puntualizó.