El impulso de la economía china se ralentizó en el cuarto trimestre de 2023, en línea con las expectativas. Sus retos económicos son aún un piloto rojo de advertencia para los inversores.
Pero las gestoras siguen considerando que China es una país que no se puede ignorar a la hora de pensar en los mercados emergentes.
En general, éstos ven el gigante asiático como una buena fuente de negocio incremental. China representa el 23% de las exportaciones del resto de Asia y supone entre el 40% y el 60% de la demanda mundial de materias primas. Ante estas cifras, ¿qué papel juega el país asiático en el panorama de inversión de los mercados emergentes?
En opinión de Patricia Urbano, gestora y especialista en mercados emergentes de Edmond de Rothschild AM, en los últimos años, China ha incrementado su influencia económica en los mercados emergentes a medida que el crecimiento del PIB chino propiciaba una ampliación de su clase media y un cambio en el comportamiento de los consumidores.
“Desde 2012, los países emergentes excluyendo China, han experimentado un cambio estructural en su dependencia comercial, volviéndose más dependientes de China. El resultado de este reequilibrio en curso es que China se ha convertido en una fuente independiente de demanda global para los mercados emergentes”, explica Urbano.
Para la gestora, esto significa que la correlación entre los mercados emergentes excluyendo China y el crecimiento de los mercados desarrollados se ha debilitado, mientras que se ha reforzado entre los mercados emergentes.
“En otras palabras, podríamos decir que una pequeña descorrelación en los mercados desarrollados representaría una enorme descorrelación en los mercados emergentes”, aclara.
Las operaciones comerciales entre las economías emergentes han aumentado considerablemente en las dos últimas décadas, mientras que el comercio de estos países con los mercados desarrollados ha disminuido.
Fuente: www.fundssociety.com